Consiste en aplicar laser sobre las zonas de la retina dañadas para tratar o prevenir problemas retínales. El rayo láser se dirige con mucha precisión a la zona afectada, para evitar producir quemaduras en otras zonas próximas.
Se utiliza en numerosas patologías de la retina, tanto en roturas (para que la retina no se desprenda) como en enfermedades vasculares de la retina, como retinopatía diabética, obstrucciones de vena, aneurisma, etc. Tras el tratamiento, la visión disminuye un poco, llegando a recuperarse entre dos y seis semanas después. La mejoría de la visión obtenida tras este periodo depende del problema que ha motivado el tratamiento, de la capacidad de respuesta del ojo y de la afectación inicial. En aquellos casos en que la retina ya estuviese dañada, el tratamiento detendrá el progreso dela enfermedad en la medida de lo posible.
Detener el desarrollo de un desprendimiento de retina.
Sellar la filtración de vasos sanguíneos o tejidos anómalos, y reducir en la medida de lo posible la formación de nuevos vasos anómalos y, promover la absorción de líquido.
En los casos de tratamiento de glaucoma, facilitar la salida del humor acuoso y disminuir los niveles de tensión ocular.
En la fotocoagulación con láser es posible que el tratamiento sea ineficaz o insuficiente o, que el rayo láser cause algún tipo de hemorragia o daño en otras estructuras, como puede ser la macula, al producir una cicatriz excesiva.